El patrón de comportamiento social en los perros es muy similar al presentado en los lobos: entre éstos, el jefe o líder de la manada tiene el privilegio de acceder a los recursos en primer lugar (comida, lugar de descanso, actividad sexual...) y debe proteger al resto del grupo, que estará formado por individuos de menos rango social. Las relaciones de dominancia y subordinación se establecen mediante interacciones dos a dos. El mantenimiento de esta estructura social es llevado a cabo por medio de una serie de conductas y señales instintivas que permiten evitar encuentros violentos de dos individuos, por lo que tras la manifestación de señales dominantes por parte del individuo de más alto rango, el otro animal responderá con las señales propias de la sumisión. Este modelo no es estático y en ocasiones pueden surgir conflictos jerárquicos que dan lugar a cambios en la estructura social.
Cuando un perro forma parte de una familia humana, va a seguir este mismo comportamiento social. Así el perro establecerá individualmente con cada uno de los miembros de la familia una relación de dominancia o subordinación.
Las interacciones que determinan esta relación empiezan ya cuando el perro es un cachorro. Lógicamente el perro debería ser el miembro de la familia que ocupara el lugar más bajo en el escalafón. El problema surge cuando nuestra mascota percibe a través de la interacción con las personas, que su posición respecto a uno o varios miembros de la familia es de dominancia. Si es así, cuando nuestra mascota vea cuestionado su liderazgo defenderá su posición social manifestándose más o menos agresivamente.
La agresividad por dominancia suele presentarse en el momento de la pubertad, que es cuando se producen cambios hormonales y se establecen las relaciones jerárquicas definitivas con los miembros de la familia.
El tratamiento se basa en una terapia de modificación de conducta:
Utilizar correctamente el premio y una buena base de obediencia son las técnicas más sencillas para educar a un perro y prevenir esas malas conductas.
Para ello es importante saber qué conductas hay que premiar y qué conductas se deben reprender, siguiendo siempre el mismo criterio todos los miembros de la familia.
El premio puede ser algo de comida, palabras cariñosas o caricias que deben proporcionarse al perro inmediatamente después de haber ejecutado una conducta adecuada.
La reprimenda también ha de ser inmediata, justo después de la mala conducta. Debe evitarse siempre el castigo físico y utilizar la voz y palabras en tono alto y seco.
En el caso de perros que ya presentan agresividad hacia sus dueños, el castigo está desaconsejado ya que expone al miembro de la familia que lo aplica a ser atacado. Por eso, será muy importante evitar las situaciones que vayan a crear el conflicto y consultar rápidamante con un especialista.
2. Controlar la alimentación
La comida es un recurso muy importante que debe ser controlado perfectamente por los propietarios. Es fundamental evitar suministrar extras cuando el perro los pide, orientando su uso sólo para premiar conductas adecuadas, como obedecer órdenes. No se le debe dejar el comedero siempre lleno para que coma cuando quiera. Se le ofrecerá la comida 2-3 veces al día durante un máximo de una hora, retirándole luego el comedero.
No es recomendable darle de comer cosas a su perro cuando se esté comiendo en la mesa, ya que se fomenta el hábito de pedir durante la comida. Él siempre tiene que comer en su comedero, las veces y a las horas rutinarias.
3. Jugar con él de una forma adecuada
Los cachorros no paran de jugar cuando no están dormidos. A través del juego el cachorro aprende muchas cosas. Por ejemplo, aprende a controlar la fuerza del mordisco, siempre y cuando le hayamos reñido cada vez que se haya excedido cuando nos haya "mordido" jugando.
Además, los cachorros utilizan el juego para saber qué posición ocupa en relación con cada uno de los miembros de la familia. Los juegos entre perros suelen finalizar con un individuo en posición sumisa (agachado, con la cola encogida, boca arriba...) y otro en posición dominante (encima del sumiso con las cuatro patas o con una sola, mordisqueándole el hocico y la nuca...) En ningún caso, y menos con el niño, debe permitirse que un perro termine el juego adoptando una posición dominante.
Por eso resulta aconsejable:
Evitar juegos competitivos en los que al final el perro consiga salir victorioso.
Modular conductas inadecuadas durante el juego para que el perro adquiera autocontrol (bastará una orden firme de NO y parar el juego cuando haga algo inadecuado).
Finalizar el juego a criterio nuestro, nunca de nuestra mascota
4. Reconocer las posturas y comportamientos dominantes y sumisos
Habrá que evitar:
- Que su perro tire de la correa excesivamente y elija el itinerario de paseo.
- Que su perro decida exclusivamente cuándo, cuánto y cómo se desarrollan los juegos.
- Que siempre reciba comida cuando la exige.
- Que manifieste conducta agresiva o gruñidos si se acercan a la comida
5. Trabajar la obediencia
La obediencia es la mejor forma de reforzar el liderazgo del propietario y asegurar el control sobre el perro, porque en cierta forma la obediencia implica cierto grado de sumisión y está reñida con la dominancia.
Por eso, será muy beneficioso para reforzar vuestro papel dominante que trabajéis con el perro las órdenes sencillas de "sienta", "tumba", "ven ", "pata", "junto"...
Al principio es conveniente hacer 2 ó 3 sesiones al día de unos 5 minutos cada una. Cada vez que su perro obedezca se le dará una recompensa: un premio, caricias...
A partir de ahí, habrá que reforzar el comportamiento de obediencia a las órdenes premiándole. Una vez que asocia la orden la realizará de forma mecánica.
6. Fomentar el ejercicio físico
El ejercicio físico hace que los niveles de serotonina aumenten y esto favorece la atención y la obediencia, reduciendo los estados de ansiedad.
Es mucho más sencillo que su perro esté tranquilo y obedezca si previamente ha realizado ejercicio. Será conveniente que lo saquéis a pasear ( a poder ser suelto) 3 veces al día y que al llegar a casa y tras unos minutos de descanso, le hagáis una sesión de aprendizaje en obediencia.